Tal como expuso el medio The Economist, Argentina y el Reino Unido habrían reanudado un diálogo militar secreto con el objetivo de explorar un acuerdo que permita mejorar la cooperación bilateral en defensa y eventualmente revisar las restricciones del embargo militar británico vigente desde la guerra de las Islas Malvinas.
Este giro inesperado se produce en un contexto geopolítico más amplio, marcado por el creciente interés de China y Rusia en el Atlántico Sur y la región antártica. Según la publicación, altos mandos militares estadounidenses han visitado el sur argentino en al menos tres ocasiones durante los últimos dos años, reflejando su inquietud ante la proyección china en la zona.
La nueva postura de Milei con Malvinas y las reuniones con el Reino Unido
De acuerdo al reporte, el gobierno de Javier Milei —por su alineamiento ideológico con Occidente, su discurso conciliador sobre las Islas Malvinas y su cercanía con la administración Trump— ha facilitado la reapertura de canales de diálogo.
El acercamiento comenzó en febrero de 2024 con la visita de agregados de defensa británicos al Ministerio de Defensa argentino, luego de tres años sin contactos formales. Posteriormente, se concretaron encuentros entre cancilleres y delegaciones técnicas. Se acordó la visita de familiares argentinos a las tumbas en las islas y se propuso restablecer vuelos directos y compartir información pesquera. Aunque algunos de estos compromisos aún no se concretaron, el tono general de la relación ha cambiado.
En enero de este año, una delegación argentina viajó a Londres, y se espera una visita recíproca británica a Buenos Aires en los próximos meses.
Intereses estratégicos en juego
Argentina aspira a modernizar sus Fuerzas Armadas con material compatible con la OTAN. El presidente Milei busca aumentar el gasto en defensa del 0,5% al 2% del PBI en los próximos años, una decisión que responde al interés de insertarse en el esquema de seguridad occidental.
Sin embargo, las restricciones impuestas por el Reino Unido a la exportación de sistemas de armas o componentes con destino a Argentina siguen siendo un obstáculo. Londres ha bloqueado incluso operaciones indirectas —como la venta de cazas coreanos o de los F-16 con componentes británicos—. Aun así, el embargo tiene cláusulas interpretativas que podrían abrir la puerta a excepciones si se considera que la operación no afecta los intereses estratégicos británicos.
Para el Reino Unido, cualquier flexibilización del embargo requeriría, tal como señala The Economist, una aceptación tácita del rol británico en el Atlántico Sur por parte de Argentina, sin renunciar a su reclamo de soberanía.
Estados Unidos presiona para evitar el avance chino
El medio británico destaca que Estados Unidos ha jugado un papel silencioso pero influyente. Bajo la presidencia de Joe Biden —y aún más con el retorno de Donald Trump— Washington ha empujado al Reino Unido a permitir ciertas ventas a Argentina, con el objetivo de evitar que el país recurra a proveedores como China o Rusia.
De hecho, durante el gobierno anterior, Argentina evaluó aviones de combate chinos JF-17, y firmó acuerdos de capacitación militar con Moscú. El proyecto de un puerto chino en el sur argentino también encendió las alarmas en Washington, aunque fue cancelado.
A pesar del optimismo en ciertos sectores, tanto en Buenos Aires como en Londres existen resistencias. En las Malvinas, las autoridades locales han expresado su incomodidad ante la posibilidad de que el Reino Unido provea armamento a Argentina. En el plano doméstico, la oposición argentina ha criticado a Milei por su postura sobre las islas, y en el Reino Unido, el avance del partido Reform UK podría convertir cualquier concesión en un escándalo político.