Un emotivo repaso por sus historias de vida, el trabajo en el campo, la familia, el legendario Hotel Tierra del Fuego y la entrañable gomería “El Indio”
En el marco de los 104 años de Río Grande, el Sindicato de Petroleros Privados de Tierra del Fuego y el Centro de Antiguos Pobladores presentaron una nueva entrega del ciclo de entrevistas que busca rescatar las memorias vivas de la ciudad. En esta oportunidad, los protagonistas fueron dos vecinos muy queridos: Lucrecia “Yuki” Andrade y Lesio Julio “Cacho” Andreggiani, también apodado “el Indio”. Un matrimonio que ha dejado huella en la historia local no solo por su trayectoria personal, sino por su compromiso con el crecimiento de la ciudad.
Una infancia entre estancias, barcos y campo
Yuki, nacida en 1949, compartió la historia de sus padres, Julio Andrade y Rosa Amalia Muñoz, quienes llegaron jóvenes a Río Grande. Su padre, con apenas 14 años, escapó desde Chile escondido en un barco hasta Punta Arenas y luego se estableció en la zona rural de Tierra del Fuego, trabajando en estancias como la reconocida María Behety. Su madre, por su parte, fue traída desde Chile por doña Sushi para trabajar como empleada doméstica, y más tarde se desempeñó en la estancia Rivadavia, donde conoció a Julio, su futuro esposo.
Las vivencias de Yuki están llenas de imágenes de un Río Grande en formación: la vida en el campo, los duros inviernos, los nacimientos que debían realizarse en Punta Arenas por falta de atención médica local, y los desafíos de una educación que la llevó incluso a estudiar internada en Chile.
El Hotel Tierra del Fuego, una casa para todos
Uno de los lugares emblemáticos en la historia familiar fue el Hotel Tierra del Fuego, propiedad de la familia Andrade, ubicado en la esquina de Libertad y Perito Moreno. Allí se hospedaban peones, vecinos y trabajadores rurales. El hotel era mucho más que un alojamiento: era un punto de encuentro y comunidad, donde los almuerzos eran servidos con entrada, plato principal, sopa picante y postre, preparados por la madre de Yuki.
Ese hotel también fue testigo del inicio de una historia de amor.
Una apuesta, un baile y un amor para toda la vida
Cacho, oriundo de Río Mayo (Chubut), llegó a Río Grande en 1964 con apenas 18 años, buscando trabajo en el campo. Se instaló en la estancia María Bety, donde trabajó como puestero, y fue allí donde empezó a bajar a la ciudad en sus ratos libres. Fue en una de esas bajadas, pasando frente al hotel, que vio por primera vez a Yuki. Según cuenta entre risas, su hermano le hizo una apuesta: “A ver quién la conquista primero”.
La conquista comenzó con una cabecera —ese gesto típico de cortejo de la época— y continuó en los bailes del Club Social y el Falloly. A los pocos meses, ya estaban casados. “En noviembre de 1969 nos casamos, y en noviembre de este año cumplimos 55 años juntos”, contaron emocionados.
Gomería El Indio: un símbolo de trabajo
Después de años de trabajo rural y algunos emprendimientos con camiones, en 1976 Cacho abrió la recordada Gomería El Indio, ubicada en la calle Libertad entre Perito Moreno y San Martín, al lado del Jardincito. Sin saber nada del oficio, pero con mucho coraje y dedicación, sostuvo el negocio durante 18 años. Fue la cuarta gomería de la ciudad, en una época donde el trabajo era a pulso, y el trato con la comunidad, cercano.
Familia, recuerdos y el orgullo de ver crecer la ciudad
Yuki y Cacho formaron una familia con dos hijos: Lesio César, ingeniero, y Andrés Gustavo, agente de tránsito en la ciudad. Ambos les han dado nietas que llenan de orgullo al matrimonio. La mayor, de 25 años, está a punto de recibirse de traductora de inglés en Córdoba.
Entre anécdotas, recuerdos y saludos de vecinos que aún los recuerdan con afecto por su paso por el hotel, la gomería o simplemente por haber compartido la vida en comunidad, Yuki y Cacho mostraron que la historia de Río Grande se escribe con las vidas de sus pobladores, aquellos que, con esfuerzo y amor, ayudaron a construir esta ciudad.
“Quedamos pocos”, dijo Cacho en un momento, con la nostalgia justa de quien sabe que vivió intensamente. Pero al escucharlos, uno entiende que el legado de estas historias seguirá presente en las nuevas generaciones, que encontrarán en sus relatos un espejo de identidad, sacrificio y pertenencia.
() Aire Libre FM 96.3: