En medio de los trascendidos por un posible fallo de la Corte Suprema en el marco de la causa Vialidad, Cristina Fernández de Kirchner encabezó un acto en la provincia de Corrientes, donde dijo: «Me gatillaron en la cara, porque me quieren presa o muerta». La jornada también sirvió para expresar su apoyo a la candidatura a gobernador de Martín Ascúa, intendente de Paso de los Libres, que competirá en las elecciones provinciales del 31 de agosto.
«Tenemos que tener en claro que nuestra obligación como militantes nacionales y populares es no llorar sobre la leche derramada, sino la de volver a organizarnos», señaló la expresidenta y se refirió al posible fallo judicial en su contra: «No hay que enojarse, hay que estar atentos a que me metan presa». «Si estoy acabada, ¿por qué no me dejan competir?», agregó y apuntó que «en el fondo, los que tienen miedo son ellos. Solamente la gente que tiene miedo y odio trabaja de esa manera».

En ese momento, planteó que «podrán meterme presa a mí, no importa», porque «lo que nunca podrán evitar que vuelva es el pueblo, que tiene una identidad y una historia en la Argentina; hay una clase media que quiere vivir mejor; hay trabajadores que quieren ganar mejores salarios». «¿Cómo la gente se va a olvidar que necesita medicamentos para los jubilados del PAMI o que tener un hijo discapacitado no puede ser una maldición de Dios? Energúmenos y bestias que le dicen a la gente que el Estado no tiene la culpa», sostuvo.
También se refirió al Gobierno de Javier Milei: «Este proyecto político que no tiene plan económico es un remake bastante ineficiente de la tablita de Martínez de Hoz y la convertibilidad de Cavallo. Es como el yogur: tiene vencimiento. La diferencia es que no tiene la fecha, pero que se vence, se vence». «Son muy ineficientes en la gestión del Estado», manifestó y aseguró que «nunca vi en mi vida semejante nivel de brutez e ignorancia como se escucha a diario».

Al revisar sus gestiones presidenciales, consideró que «lo que nunca me van a perdonar es que en esos 12 años y medio pudimos lograr los niveles de desempleo más bajos, pero también el nivel de participación de los trabajadores de toda la historia del PBI nacional: más que el 50-50 que siempre tuvo el peronismo».
A ese momento lo contrastó con «esa derecha mafiosa y cínica que en el 2015 le prometió a los argentinos que no iban a perder nada de lo que tenían; que solo iban a cambiar lo malo y que lo que estaba bien lo iban a dejar». «En el 2019, no volvió Cristina: volvió el pueblo que quería una vida mejor», interpretó.
Minutos después, opinó sobre el federalismo: «Todas las veces que los argentinos vivieron bien y tuvieron buenos salarios, no fue por mérito de ningún gobernador, sino por mérito de un proyecto nacional. A ver si se avivan, giles».
«Hay que repensar un nuevo Estado, más eficiente: que salgan los ministerios del cemento y vayan a la gente para articular en las comunidades, en lugar de tener cientos o miles de empleados encerrados en una oficina mirándose el ombligo», pidió.