El fallecimiento de Matías Rodríguez, senador nacional por Tierra del Fuego, conmocionó el ámbito político local. Fue hallado sin vida en su domicilio en Ushuaia el 18 de octubre de 2023. La causa fue caratulada como suicidio.
Sin embargo, la realidad del expediente revela grietas inquietantes. Según la autopsia, Rodríguez presentaba múltiples golpes en distintas partes del cuerpo, lo que abre la pregunta sobre si realmente actuó solo o hubo terceros involucrados.
El detonante serían los mensajes que él mismo dejó: “Esta madrugada del 18 de Octubre encontré a Walter Vuoto y Laura Ávila en la habitación matrimonial de la casa de Walter. Me confesaron ser amantes hace tiempo…”, reza una carta manuscrita atribuida al senador. En ese vínculo se encuentra la concejal de Ushuaia Laura Ávila, esposa de Rodríguez, separada desde mayo de 2023 según su testimonio, y Vuoto, intendente de Ushuaia y dirigente clave del kirchnerismo local.
Fueron testigos de un forcejeo la mañana del 18: Rodríguez habría irrumpido en la casa de Vuoto, luego de rastrear la ubicación de Ávila, y se desató un conflicto físico. La versión que circula habla de golpes, caída y heridas. Vuoto negó que se tratara de una golpiza, pero los peritajes registran señales de agresión.
El expediente judicial generó aún más preguntas que respuestas. Los celulares del senador nunca pudieron ser desbloqueados, la valija roja que desapareció antes del hecho jamás apareció, y Vuoto —que era una de las últimas personas que lo vio con vida— nunca fue citado a declarar oficialmente.
La Justicia, en un cierre fulminante del caso, dictaminó que la muerte fue autoinfligida “sin indicios de instigación o delito”. Pero no difundió los fundamentos completos del fallo, mantuvo un absoluto hermetismo y dejó a la familia y a la sociedad sin respuestas.
Este cierre abrupto contrasta con el peso político de las personas implicadas y la necesidad pública de transparencia. ¿Cómo se explica que los dispositivos electrónicos no hayan sido periciados, que las circunstancias parecieran añadidas y que la persona que tuvo el último encuentro con Rodríguez no haya declarado? ¿Es posible que el poder local haya intervenido para cerrar la causa sin llegar al fondo?
La provincia de Tierra del Fuego, que ya enfrenta problemas de gobernabilidad y control del poder kirchnerista, ve en este episodio un símbolo de la injusticia: el sistema que protege a sus propios actores y castiga al ciudadano que reclama verdad. La ausencia de una investigación abierta, la rendición inmediata del expediente y el silencio mediático crean una sensación de impunidad.
Para la comunidad local, el caso de Matías Rodríguez no es sólo una tragedia personal, sino una advertencia: cuando el poder se agranda, la justicia se achica, y el silencio se convierte en cómplice. La pregunta ahora es si alguien tendrá el valor de abrir nuevamente el archivo o si el final oficial seguirá siendo una sentencia sin responder.
Este medio estará atento a cualquier novedad, y exigirá que se levante el velo de opacidad que rodea a este caso. La memoria de Matías Rodríguez lo merece.







