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Cultiva vegetales en la Antártida para mejorar la alimentación del personal civil y militar

El agrónomo Jorge Birgi cosecha verduras en una base argentina para abastecer al personal. Hoy hay más de 400 plantas en módulos de producción hidropónica

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Ni bien publicó los primeros estudios de un módulo en 3D en Internet se despertó el interés del Comando Conjunto Antártico. “Me pidieron que viaje a la Antártida para ver cómo se vivía, cómo era el terreno y cuáles eran las condiciones”

 luego de una recorrida por las Bases Marambio – la más conocida y una de las más pobladas – y la Base Esperanza. En esos dos lugares fue donde se instalaron los módulos de producción hidropónica. Cada una de ellas tenía con 240 plantas monitoreadas en tiempo real a distancia y administradas por el mismo personal que integra las campañas antárticas, que se renueva todos los años. Eso supone un desafío a la hora de capacitar y preparar a quienes gestionarán los cultivos a diario.Antes de viajar, las semillas son sometidas a análisis en el laboratorio de fitopatología para determinar sus características y calidad. El traslado tampoco es sencillo: se deben embalar en frascos de doble fondo que viajan en cajones de alto impacto. “El desafío era darle forma a la mecánica de trabajo, los materiales voluminosos deben viajar en el rompehielos Almirante Irizar, que sale en diciembre y regresa en marzo y hasta el año siguiente no vuelve a partir.El objetivo del proyecto es mejorar la alimentación del personal civil y militar de las bases mediante la producción de las especies de hoja, con métodos hidropónicos de interiorSegún Birgi, los módulos argentinos abastecen a entre 140 y 150 personas, que cada dos semanas pueden comer de forma escalonada ensaladas. “Por ahora tenemos acelga, perejil, rúcula – que es la estrella -, una variedad de lechuga verde y otra morada”, explica. En el corto plazo, se incorporarán albahaca morada, albahaca verde, espinaca y rabanitos. El ingeniero aclara que se podría producir, además, todo tipo de frutas y verduras. “Podríamos tener frutillas ,fresas, tomates, pero antes se debe evaluar e investigar los cultivos”, remarca.Birgi, que monitorea desde el continente día a día los cultivos, explica que las verduras plantadas allí tienen una mejor textura. “No tienen ningún elemento agresivo que las haga crecer de forma diferenciada, son plantas muy blandas, crocantes”, grafica, y cuenta que, desde la primera cosecha, todos los sábados en las bases argentinas se cena pizza casera con rúcula.A Birgi le cuesta encontrar palabras para describir a la Antártida. “Hay glaciares, mares congelados y nieve, es un lugar hermoso donde se hace un trabajo muy sacrificado. “No sé cuál será el balance final, pero aplicando tecnología que permita producir localmente, podríamos ahorrar mucho. Es un sistema que no tiene límites, se puede hacer cualquier cosa”, concluye.