Adrián “Milín” Fernández, revive la épica del Correo Aeropostal en Tierra del Fuego entre 1936 y 1943. En esta entrevista para Aire Libre. Comparte detalles sobre su nuevo libro , un adelanto de una obra mayor en preparación , que rescata historias de héroes anónimos, anécdotas familiares y recorridos a caballo por la geografía fueguina, destacando la importancia de conocer el pasado para proyectar el futuro.
¿Qué sentís al hablar de esta historia del Correo Aeropostal en Tierra del Fuego?
La verdad que es emocionante, me trae un montón de recuerdos. Poner en valor la historia de Tierra del Fuego, y sobre todo lo que tiene que ver con esta parte más agreste del Correo Aeropostal. Eso que comenzó allá por 1935, con la primera llegada de aviones a Río Grande, los de LADE. Y después ese fenómeno, Arias, un dios, que venía con un auto LASE modelo 28 hasta acá, por rutas de carretas, hasta la cabecera del lago Fagnano.
¿Cómo funcionaba el correo en ese entonces?
La Comisión del Correo la tomaba la Policía del Territorio, encabezada por Ernesto Krund, un emblema de la historia de Tierra del Fuego. Junto con mi papá, Cabezas y Tabaflores. Hacían el trayecto a caballo, tres días una vez por semana. En invierno, una vez por mes. Yo lo describo en el libro: papá planteaba que a veces era tal el esfuerzo, que corrían riesgo de vida. Pero había un protocolo: debían salir sí o sí, porque no sabían qué documentación traía el correo. Podía ser información militar. Fue en plena Segunda Guerra Mundial, de 1936 a 1943.
¿Qué tipo de cosas trasladaban?
En esas alforjas venía de todo: información militar, información familiar, remedios, sueldos. Fue épico. Acortaron el tiempo de tres meses de barco, que era literal: un mes para ir de Ushuaia a Buenos Aires, reparaciones, y otros dos meses para volver. Y lo acortaron a diez días, desde que llegaba el avión hasta llegar a Ushuaia.
¿Y cómo era ese recorrido?
Papá llegaba con la mochila al hombro, a veces en esquí en invierno, con perros contra la nieve, o a caballo. A esas mochilas les decían “correo aeropostal”. No era solo el clima, sino los kilómetros, los días de cabalgata. Por eso, agradezco a la Policía del Territorio, que creó esa comisión con Krund a la cabeza, junto con Milín y Flores. Krund los preparó técnicamente: conocían el territorio, pero no eran montañistas. Krund sí, porque había sido comando en nieve en la Primera Guerra Mundial.
¿Cómo llegó Krund a Ushuaia?
Él venía en un barco irlandés, después de la Primera Guerra. Al pasar frente a Ushuaia, preguntó al capitán hacia dónde iban. El capitán le dijo “a Europa”. Él respondió “yo no vuelvo a Europa” y se tiró al agua, porque no había puerto. Eso fue en 1922. Se quedó en Ushuaia, fue muy conocido en la zona de Las Cotorras. Allí está el famoso ranchito de Krund y del Correo, que hoy tiene valor turístico. También está el Cerro Krund, que es donde se ubica hoy el centro invernal Cerro Castor.
¿Cómo eran las jornadas?
Las cabalgatas eran de tres días por cuestiones humanitarias, para respetar las jornadas de los caballos, de ocho horas. En invierno, no había tiempos marcados. Era llegar vivo. Los temporales duraban hasta ocho días. Pero ellos salían igual, por protocolo. Tenían postas: Cosobo antes del Garibaldi, Rancho Hambre, Las Cotorras, y luego lugares como Laguna Verde, Laguna Escondida, Paso Garibaldi, Vega Café, Tierra Mayor, Puente Cadena, Laguna Esmeralda. Hoy son lugares turísticos, pero antes eran pasos claves del correo.
¿Todo esto está reflejado en tu libro?
Sí, el libro es una síntesis. Ya estamos generando uno mayor, más completo, con más anécdotas. El periodo que abarca es del 36 al 43. Tan importante fue esa épica desde el lago Fagnano hasta Ushuaia como la de Arias, con su auto. Era mecánico, un dios para la gente. Llegaba siempre. Si se quedaba el auto, seguía a pie o a caballo. Ídolo. Igual que los pilotos que llegaron a Río Grande en 1933, y después en 1935. Los de C4 desde el 37 le dieron más continuidad. Unos dioses.
¿Y vos cómo vivís este presente como escritor?. Habiendo sido también intendente dos veces, legislador, y ahora escritor.
Me cuesta decirlo, pero sí. Me he preparado mucho. Estoy dando charlas, presentando el libro en distintos lugares. Y todos me preguntan lo mismo: uno no nace escritor, se va haciendo. Y según la vida que uno tuvo, aparecen pensamientos que dan ganas de escribir. Siempre me gustó leer. No voy a faltarle el respeto a los historiadores, como Mingo Gutiérrez, que son fenómenos, pero tengo mucho amor por esto.
¿Tu familia te acompaña en esta faceta?
Como siempre, totalmente. Esta primera edición es una síntesis porque me venía demorando con el libro mayor. Lo publiqué por una estrategia social. No soy sociólogo, pero siento que estamos en una bisagra social. Hay un recambio generacional en Tierra del Fuego. Y no hablo solo de política. Hablo de asociaciones, clubes, todo lo que tenga que ver con construir el futuro de Tierra del Fuego.
¿Qué mensaje le das a quienes quieren conocer la historia?
No se puede construir un futuro cierto sin conocer la historia. Así de simple.
(Entrevista completa en el audio)
() Aire Libre FM 96.3: