Su objetivo actual es lograr la eliminación de la obligatoriedad del Calendario Nacional de Vacunación. Sus vínculos con otros grupos antiderechos. Los peligros del crecimiento de esos discursos.
¿Cómo están conformados los grupos antivacunas en Argentina?, ¿quiénes son sus referentes?, ¿qué reclamos impulsan? Página/12 contactó a integrantes de estos grupos, fuertemente criticados por la comunidad médica y científica por poner en peligro a la salud de la población, en un contexto en el que la cobertura de la vacunación continúa en descenso. El evento organizado en la Cámara de Diputados por la diputada oficialista Marilú Quiroz el 27 de noviembre pasado –acontecimiento inédito y que marca un fuerte avance de estos grupos– tuvo como tema principal los supuestos efectos adversos de la vacuna contra el Covid-19 y también uno de los principales reclamos que impulsan ahora estos grupos: la modificación de la Ley 27.491, para lograr que el Calendario Nacional de vacunación no sea obligatorio. El Movimiento La Resistencia y Médicos por la Verdad son las dos organizaciones que nuclean a los antivacunas, y muchos de sus referentes están vinculados, a su vez, con el activismo anti Educación Sexual Integral y también contra el aborto legal, seguro y gratuito.
Doctora Viviana Lens: Lens contó a este diario que es “apolítica”, que hace catorce años que no vota, pero fue candidata a senadora por Tierra del Fuego dentro del espacio Frente Patriótico Federal, presidido por Alejandro Biondini.
“El sistema inmunológico es casi perfecto. Lo que falta es prevención primaria, con una buena prevención no hace falta ninguna inyección”, dijo a este diario la doctora Viviana Lens, médica especializada en geriatría y medicina del dolor. En diálogo con Página/12, el diputado y médico Pablo Yedlin sostuvo que terminar con la obligatoriedad de las vacunas del Calendario Nacional implicaría una caída en la cobertura y el riesgo de reaparición de enfermedades erradicadas. “Las coberturas han empeorado desde 2022, tenemos que trabajar para que mejoren, hacer campañas de información y de aplicación, y también asegurarse que todas las provincias tengan las dosis necesarias”, aseguró.
Yedlin le había solicitado al presidente de la Cámara de Diputados, Martín Menem, que no se hiciera aquel evento antivacunas por los riesgos que implicaba. Fue el él quien lo había autorizado, pese a las advertencias del mundo científico. Menem es el principal defensor de los intereses del gobierno libertario en el Congreso.
Lens fue una de las oradoras del evento organizado por Quiroz, dedicó su disertación a las “víctimas envenenadas por la vacuna del covid”. Entre los efectos que considera que causan estas vacunas, la médica mencionó la magnetización. Ella no fue quien llevó al Congreso al hombre que mostró cómo se pegaban elementos metálicos al cuerpo –lo hizo la licenciada en biotecnología Lorena Diblasi–, pero aseguró que en su consultorio ha atendido a pacientes magnetizados por la vacuna contra el Covid-19. En ese sentido, Lens cree que luego del evento “se ridiculizó a José –el hombre magnetizado–, que tiene electromagnetismo, porque eso es real. Ahora se burlan y lo ningunean, aunque es un señor que está padeciendo por algo que nos tiene que explicar el Ministerio de Salud”. Después de esa supuesta denuncia, científicos salieron a aclarar que los elementos que se pegan al cuerpo son un fenómeno físico que no está relacionado con la inmunización.
Las organizaciones
El Movimiento La Resistencia y Médicos por la Verdad Argentina son los grupos que nuclean a la mayor parte de los antivacunas. Otro colectivo, más reducido, es Epidemiólogos Argentinos, liderado por los doctores Mario Borini y Ramiro Salazar. En la página web de La Resistencia, el colectivo se presenta como “seres humanos, defensores de nuestra vida y la de nuestro prójimo, tal cual hemos sido creados, nuestra bandera es la Verdad. Nuestra prioridad es proteger a los niños. Procedemos de distintos pueblos, ciudades, países, con diferentes actividades, profesionales o no”.
Sin embargo, más allá de estas organizaciones, se trata de un universo heterogéneo, conformado por profesionales de la salud, investigadores en distintas áreas –biotecnología, biología, ingeniería, entre otras–, abogados y activistas. Estos grupos son preexistentes a la covid, pero la pandemia fue el catalizador que los puso en el centro de la escena. “Somos un grupo de médicos y científicos de todo el mundo”, explicó Lens –que forma parte de La Resistencia– y subrayó que “somos independientes, no hay conflicto de interés porque no nos financian los laboratorios”.
Los integrantes de este grupo aseguran que, además de independientes a los intereses corporativos, trabajan de manera individual y que las mencionadas organizaciones son simplemente puntos de encuentro. No se reconocen dentro de una postura política ni partidaria, aunque sí de un marcado nacionalismo, en general pertenencia religiosa católica y un discurso ambientalista. Su relación con los partidos políticos se limita, según ellos, a hacer alianzas estratégicas para visibilizar y llevar adelante sus reclamos, como ocurrió en el Congreso.
Lo cierto es que las filas del oficialismo son muy permeables a estos discursos. Un caso paradigmático es Patricia Bullrich, de recordada actuación en las marchas contra la cuarentena durante la pandemia.
Lens contó a este diario que es “apolítica”, que hace catorce años que no vota, pero fue candidata a senadora por Tierra del Fuego dentro del espacio Frente Patriótico Federal, presidido por Alejandro Biondini. Otra de las oradoras del evento en el Congreso, Chinda Brandolino, fue primera candidata a diputada en el espacio liderado por Santiago Cúneo, cuando fue precandidato a presidente en 2023. En el plano internacional, reconocen como principal aliado a Robert Kennedy Jr., el Secretario de Salud de Estados Unidos y reconocido militante antivacunas.
Las ideas
Estos grupos no se presentan como anticientíficos: afirman que dan una batalla por la verdad al interior de la ciencia, que, según ellos, está cooptada por las empresas farmacéuticas. Lo mismo creen que ocurre con instituciones como el Conicet, la Anmat o con las universidades públicas. “Esas instituciones tienen que estar a cargo de gente idónea, que no tenga conflictos de intereses, es decir, que no estén financiadas por farmacéuticas”, sostuvo Lens. En tal escenario, consideran que han sido históricamente censurados tanto por las instituciones científicas, como por los medios de comunicación.
Sin embargo, todos los avances en la salud pública y el crecimiento en la expectativa de vida están asociados a la efectividad comprobada de los antibióticos y las vacunas.
A su vez, los principales antagonistas que se proponen estos grupos son las empresas farmacéuticas y un grupo difuso de sectores poderosos liderados por “magnates” –en particular mencionan personajes como los empresarios Bill Gates o Elon Musk–, que controlan a los Estados en un proyecto de dominación mundial. El evento al que se aferran para fundamentar el posicionamiento antivacunas es la pandemia. Según expresaron a Página/12, fueron ellos los que “orquestaron” la pandemia de la covid-19 a través de la manipulación radioeléctrica con antenas de 5G. También hablan de “la mentira del cambio climático”, que es efecto de “tecnologías de modificación del clima”, tal como explican en la página web de La Resistencia.
La narración sobre el origen de la pandemia que presentan se parece bastante a una teoría conspirativa. En la jornada antivacunas del Congreso, uno de los encargados de disertar sobre este tema fue Pablo Stolkiner, que es licenciado en administración de empresas de la UBA. Stolkiner dijo que la pandemia fue planificada por Bill Gates, quien en 2010 delineó su misión de reducir la población mundial a un diez por ciento. Años más tarde, Gates consiguió financiamiento mediante la Organización Mundial de la Salud para poner en marcha la pandemia, en connivencia con el Foro Económico Mundial, las empresas farmacéuticas y el control de los gobiernos nacionales a través de estos organismos, siempre con el respaldo de los medios de comunicación.
En conversación con este diario, Lens sostuvo que la pandemia comenzó cuando “instalaron antenas de telefonía celular en Wuhan –la ciudad de China en donde se detectó el primer caso de covid– cerca de hospitales, geriátricos, las activaron y ahí la gente se enfermó”. “Los grandes magnates vienen preparando esto hace tiempo con las fumigaciones tóxicas, los aviones con los que se manipula la radiación solar, la radiación electromagnética. Tenían todo preparado”, sostuvo la médica.
Aparece allí otro elemento central en el universo antivacunas: las antenas de telefonía 5G. El doctor en física y especialista en radiación electromagnética Andrés Ozols –recientemente expulsado del Instituto de Ingeniería Biomédica de la Facultad de Ingeniería de la UBA– fue el encargado de exponer sobre este tema en el Congreso. En su disertación dijo que con las antenas de 5G “estamos inmersos en un horno microondas”, con una energía dirigida que se vincula al “aumento de la mortalidad en la gente”, en particular al aumento de cáncer cerebral. Ozols negó en la presentación la existencia de la covid-19 y dijo que “los efectos de la radiación del 5G en los cuerpos son similares a los síntomas de un virus respiratorio”.
Respecto a cuál sería el objetivo de los magnates para crear una pandemia, Lens aseguró que “vienen por nuestros recursos naturales y otras cosas más, como el transhumanismo”. “Es una avanzada de un grupo de empresas para someternos, para tomar el control de las personas”, agregó la médica y señaló que por ese motivo las vacunas contienen nanotecnología, algo que está evidenciado en documentos desclasificados de empresas farmacéuticas en Estados Unidos. Es decir: a través de las antenas pueden controlar a las personas que tienen nanotecnología inoculada en la sangre gracias a la vacuna del covid.
Las personas
El evento antivacunas que se realizó el 27 de noviembre en el Anexo A de la Cámara de Diputados apuntó principalmente a cuestionar la vacunación contra la covid-19, pero también puso en escena la idea de que la vacunación en general no sea obligatoria porque aumenta las muertes y eso desata casos de autismo. Muchos de los representantes de estas ideas, a su vez, están vinculados con grupos que militan en contra de la Educación Sexual Integral y de la Interrupción Voluntaria del Embarazo (IVE)
El médico pediatra Oscar Botta y la doctora Chinda Brandolino hablaron sobre la supuesta relación entre la vacunación y el autismo. Pero ese no es el único tema que los une: ambos se manifestaron en contra de la IVE en las audiencias en el Congreso cuando se debatió el proyecto en 2018. Para vincular a la vacunación y el autismo, Botta apeló a la historia de Andrew Wakefield, médico que en la década del noventa asoció los efectos de la vacuna Triple Vírica con el autismo, una idea que fue rápidamente rechazada por la comunidad científica. Esa supuesta investigación resultó en realidad un fraude y Wakefield quedó desacreditado y en el ostracismo científico, pero los grupos antivacunas la siguen considerando un emblema de sus reclamos. Botto, por otra parte y en el marco del debate por el aborto, se presentó como director ejecutivo de Profamilia y sostuvo que “el aborto constituye una desaparición forzada de personas”.
Brandolino, en tanto, aseguró que existen dos “epidemias silenciadas, de autismo y de cáncer pediátrico”, que son causadas por la vacunación. Al igual que Botta, retomó los planteos de Wakefield y aseguró que “fue censurado”. “Es imposible que los virus de una especie pasen a la otra, a menos que sean inoculados”, señaló en la disertación.
Durante la pandemia, en una entrevista con Viviana Canosa, Brandolino dijo que “a los fetos abortados los utilizan para hacer vacunas». Otra de sus frases célebres, durante la discusión por la IVE en 2018, fue que legalizar el aborto era “un suicidio demográfico”.
Entre los oradores también hubo abogados, entre los cuales se destaca Julio Razona. Este letrado es querellante en diversas causas contra funcionarios del gobierno de Alberto Fernández y de las empresas farmacéuticas por los supuestos efectos adversos de la vacuna. Se refirió a la pandemia como un “genocidio sanitario” y afirmó que existían personas que habían muerto en accidentes de tránsito a las que “en la partida de defunción las pusieron como muertas por covid”. “En esta lucha por la verdad inicié un amparo en Mar del Plata para que se le dé ivermectina –un medicamento antiparasitario– a toda la población, porque sabíamos que prevenía y curaba el covid”, contó más adelante.
Este abogado está vinculado además a Padres Unidos Argentina, organización que milita contra el “los contenidos con ideología de género y la sexualización de los niños en la escuela” y los “lineamientos curriculares de la Educación Sexual Integral (ESI) que se utilizan como un canal de adoctrinamiento en las aulas”, tal como figura en su página web.
El caso de Lorena Diblasi fue particular: su exposición fue la que más repercusión tuvo en medios de comunicación y redes sociales. La licenciada en Biotecnología por la Universidad de Tucumán llevó a José, el jardinero supuestamente magnetizado que mostró cómo se le adherían objetos metálicos a la piel. Diblasi es técnica de Conicet y en agosto se le inició un sumario por las irregularidades en sus investigaciones sobre la vacuna de covid.
Ese sumario también involucra a la doctora en Biología e investigadora independiente de Conicet Marcela Sangorrin. La bióloga asegura que las vacunas contra la covid contienen elementos químicos “puestos intencionalmente” que “no deberían estar ahí” y son “los elementos tóxicos que están provocando daños”. Ambas científicas forman parte del Movimiento La Resistencia y denuncian que el sumario de Conicet forma parte de un proceso de persecución y censura.
Los efectos de la no vacunación
La avanzada de estos grupos y la difusión de sus discursos, sobre todo en las redes sociales, ya están generando daños concretos en la salud pública. El objetivo actual de eliminar la obligatoriedad de la inmunización es el punto más peligroso. Pablo Yedlin explicó a este diario que las vacunas del Calendario Nacional son obligatorias por ley en Argentina porque “no son un beneficio personal, sino un bien social”. “La vacunación ayuda a quienes no se pueden vacunar –ya sea porque están inmunodeprimidos, tienen enfermedades graves u otros factores– y también a los que no acceden a las vacunas. Evitan la circulación del virus, la transmisión de la enfermedad y desde luego que son completamente seguras y probada”, agregó.
El diputado mostró preocupación por el sostenido descenso de la cobertura desde 2022. A mediados de noviembre de este año, el Ministerio de Salud de la Nación publicó datos alarmantes acerca de la cobertura en 2024. Según un documento elaborado por la Sociedad Argentina de Pediatría (SAP) a partir de esta publicación la situación es alarmante dado que en 2025 “ninguna de las vacunas analizadas alcanzó la meta programática del 95 por ciento establecida para asegurar la inmunidad colectiva” y, peor aún, “varias dosis estratégicas están por debajo del 50 por ciento”.
“La vacuna triple viral (sarampión, rubéola y paperas) aplicada a los 5 años, muestra una cobertura del 46 por ciento en 2024, cuando en el período 2015-2019 rondaba el 90 por ciento”, advierten. En el mismo grupo etáreo, “la cobertura de la vacuna contra la poliomielitis (refuerzo de los 5 años) cayó del 88 al 47 por ciento en el mismo periodo” y “la triple bacteriana celular, también administrada a esa edad, pasó del 88 a apenas 46 por ciento”.
La vacunación en adolescentes también mostró caídas importantes. “La cobertura de la vacuna contra el Virus del Papiloma Humano (VPH) en adolescentes, clave para prevenir cánceres genitales, cayó al 55 por ciento en mujeres y al 51 en varones”, alertan en la SAP. En el caso de la vacuna triple bacteriana acelular, que se aplica a los 11 años y es “fundamental para prevenir el contagio de coqueluche o tos convulsa”, se registró un descenso del 82 por ciento al 54 en 2024. “En la actualidad, Argentina está atravesando un brote de coqueluche con 5 niños fallecidos notificados”, agregan.
Este es el escenario en el que se realizó el evento antivacunas en el Congreso, y ante el cual las principales sociedades de Infectología, Medicina, Pediatría, Microbiología, Virología y de Infectología Pediátrica sostuvieron que “esta aproximación puede provocar reticencia a vacunarse en la comunidad, o dudas respecto al valor de las vacunas”. Las consecuencias implican un “enorme peligro”, que se advierte en la reemergencia de problemas sanitarios de peso.






