En la era medieval, durante la fiesta religiosa de Adán y Eva, el pueblo alemán colgaba manzanas en lo que llamaban el “árbol del paraíso”, cada 24 de diciembre (casualmente en el solsticio, que es víspera de Navidad). A esta planta conmemorativa también se le colgaban hostias, como signo cristiano de la redención con la intención de representar el Jardín del Edén, según afirman en también en Britannica.
Los pueblos que fueron evangelizados tomaron la idea del árbol para celebrar el nacimiento de Cristo, y a las manzanas que simbolizaban el pecado original y las tentaciones, las reemplazaron con el paso del tiempo por esferas y otros tipos de adornos también comestibles, como galletas de distintas formas.
Las esferas decorativas en el árbol simbolizan los hechos que Dios le dio a los humanos.
En cuanto a las luces que adornan el árbol navideño, cuenta la historia que, el teólogo Martín Lutero vio el espectacular brillo de las estrellas de la noche invernal reflejarse sobre estos árboles, centelleando, por ese motivo quedó impresionado y puso velas sobre las ramas de un árbol de Navidad inspirándose en aquellos destellos. Popularmente se le atribuye al reformador protestante, Lutero, la idea de haber puesto velas en el árbol de Navidad, que representan la luz de Jesucristo, como la luz del mundo. Con el paso del tiempo las velas se cambiaron por luces.
Explicamos que las esferas decorativas que usamos actualmente son las sustitutas de las manzanas, pero investigando un poco más sobre la connotación que fue tomando ese adorno con el tiempo, simboliza los dones que Dios les da a los hombres. Dependiendo del color tienen un significado: las azules hablan de arrepentimiento, las rojas de peticiones, las doradas son alabanzas y las plateadas el agradecimiento.
Los angelitos que colocamos decorando el árbol cumplen un rol de protección.
Por otro lado, vimos que las luces representan la luz de Jesucristo, la gracia divina y también tienen el sentido de iluminar el camino de la fe. Los moños y cintas manifiestan los lazos familiares, la unión y presencia de las personas queridas. Los angelitos que colgamos en el árbol son los mensajeros entre los hombres y el cielo, su papel es de protección.
Finalmente está la estrella, siempre se coloca en la cima del árbol y representa la ‘Estrella de Belén’, es la guía de la fe. En una próxima nota de Meteored Argentina profundizaremos sobre ella.
El árbol de Navidad pasó de Alemania al mundo
Como vimos, los germanos decoraban un roble pagano, lo hacían con antorchas para celebrar el solsticio de invierno y bailaban a su alrededor. Dicha costumbre, fuertemente arraigada al territorio teutón, se expande por el mundo con el correr de los años.
Según historiadores existe un manuscrito de 1605 que dice: “En el sudoeste de Alemania y Alsacia en Navidad se preparan abetos en los locales de Estrasburgo, adornado con rosas hechas con papeles multicolores, manzanas, hostias, golosinas”. Esta festividad se hizo dominante en occidente y muy popular a fines del primer milenio.
En el siglo XVIII, la tradición ya estaba bien extendida entre los luteranos germánicos. Luego llegó a Inglaterra, donde el árbol de Navidad obtuvo gran difusión gracias a la reina Carlota, princesa de un ducado alemán que se casó con el rey Jorge III, llegando así a la casa real este destacado adorno festivo para los cristianos.
En la década de 1840, se propagó gracias a la inmigración de alemanes hacia distintos países, destacándose los Estados Unidos.
En 1848, la reina Victoria y el príncipe Alberto posaron como familia real alrededor de su árbol de Navidad y la imagen fue publicada en The Illustrated London News. Los monarcas británicos llevaron al éxito rotundo de popularidad a este adorno navideño, convirtiéndose pronto en una tendencia mundial, hasta el día de hoy.
En Argentina usamos árboles de Navidad artificiales, y la tradición es regalarlo cada 7 años.
Saltando casi 100 años, en la década de 1930, salió la producción en masa de los árboles de Navidad elaborados en plástico con armazón de aluminio. Los cuales comenzaron a hacerse muy populares porque son una solución ideal para aquellos ciudadanos que viven en países en los que no se consiguen naturales, o que no consideran práctico, ni amigable con el ambiente.






