Romina Castro, una mujer oriunda de Río Gallegos que actualmente reside en Buenos Aires, denunció haber sido brutalmente golpeada por su ex pareja en julio de 2019. A casi seis años del hecho, la Justicia santacruceña suspendió el juicio y le notificó una reparación económica de $100 mil. La víctima calificó el proceso como «una burla» y sigue esperando justicia. (eldiarionuevodia.com.ar)
El 16 de julio de 2019 comenzó como cualquier otro día para Romina Castro. Trabajaba en el Juzgado Federal de Río Gallegos y se preparaba para ir a trabajar cuando su ex pareja, J.M., con quien ya no quería convivir por episodios previos de violencia, irrumpió en su departamento. Él tenía llave, vivía allí sin pagar alquiler y regresó de madrugada en estado de ebriedad.
«No quería saber más nada con él. Ya lo había hablado con sus padres, que naturalizaban todo diciendo que el alcohol era normal», recuerda Romina en diálogo. Esa mañana, cuando lo encontró durmiendo en su cama y con mensajes de otra mujer en su celular, le exigió que se fuera.
Entonces empezó el horror: «Me empezó a pegar, me tiró contra una cajonera con tanta fuerza que me rompió la cabeza, me fisuró una costilla, me sacó dos dientes, me arrancó mechones de pelo, me pateó en el piso. Me desfiguró la cara por completo».
«Me quiso matar con un cuchillo de carnicero»La agresión duró media hora. En ese lapso, Romina intentó huir, incluso quiso tirarse por la ventana del segundo piso. «Me agarró de atrás y me tiró. Fue a la cocina, buscó cuchillos y me quiso apuñalar. Grité, y mi papá, que vive al lado, escuchó. Eso lo frenó».
El agresor se fue. Pero Romina, en estado de shock, no fue al hospital ni hizo la denuncia inmediata. «Me fui a trabajar, me había hecho pis encima del miedo. Tenía una zapatilla, la boca reventada, la cara deformada. Le dije a mis papás que me caí de la escalera para que no se preocuparan».
La revictimización y el abandonoRecién tiempo después, con apoyo de amigas, hizo la denuncia. Pero se encontró con un sistema que no le respondió. «Las radiografías se habían desechado en la guardia, el dentista que me atendió recordaba el caso pero no tenía registros. Y la familia de él negó todo. La madre dijo que era mentira y él inventó que me golpeé con la pared para evitar que se fuera».
Pese a las lesiones graves, el proceso judicial fue lento y frustrante. «Compramos un auto mientras estábamos juntos, yo puse el 70% del valor, quedó a su nombre y se lo quedó él. No pagó por nada. Me arruinó la vida».
El pasado 28 de abril, Romina recibió una notificación oficial: el juicio se suspendía. El juez del caso se había jubilado, se hizo cargo el juez Yance (a pesar de un expreso pedido de la víctima para que eso no suceda, ya que asegura hay una relación con el acusado) y el imputado había pagado una «reparación económica» de $100 mil. El tribunal le ofreció aceptar el dinero o iniciar una nueva demanda por la vía civil.
Romina estalló de indignación. «¿$100 mil por todo esto? ¿Sabés lo que gasto en psiquiatra, en pastillas, en terapia? Sólo las pastillas me salen 60 mil pesos por mes. La obra social, $80 mil. Y ni siquiera me transfirieron el dinero».
La víctima confirmó que hasta la fecha no recibió el monto ofrecido. «Lo hablé con mi psicólogo, con mi pareja, con mi mamá. Me dijeron que lo acepte antes que quede en el juzgado, pero es una burla. Ni siquiera eso cumplen».
«No hay justicia en Gallegos para nosotras»
Romina denuncia que su agresor sigue libre, con trabajo estable y relaciones públicas. «Sale con una policía. Es director en el ISPRO. Lo protegen. Ha tenido peleas afuera de bares, pero como conoce gente, no pasa nada».
Mientras tanto, ella sigue sin poder caminar tranquila por Río Gallegos. «Cada vez que vuelvo tengo ataques de pánico. No puedo tomar un café con amigas. No quiero cruzármelo. No es justo. Podría haberme matado y no pasa nada».
Romina eligió hablar públicamente porque ya no quiere callar más. «Hablo por mí, y por todas las que están en la misma. No quiero que otra mujer pase lo que yo pasé. Esta Justicia me falló, pero no me voy a rendir».