Estas acciones, que atentan contra la integridad física y emocional de las personas, la seguridad de la comunidad y el patrimonio común, son absolutamente incompatibles con los valores fundamentales que promueve el sistema educativo: el diálogo, el respeto, la convivencia pacífica y la resolución de conflictos por medios no violentos.
La violencia, en todas sus formas (física, verbal, psicológica o a través de las redes sociales), así como la destrucción de bienes públicos y privados, no solo generan daños materiales y personales inmediatos, sino que también socavan el clima de armonía y tolerancia necesario para el desarrollo pleno de la educación y la construcción de una ciudadanía responsable.
En este sentido, y en el marco de nuestra responsabilidad institucional:
Repudiamos categóricamente cualquier manifestación de violencia y vandalismo.
Expresamos nuestra solidaridad y apoyo a todas las posibles víctimas directas e indirectas de estos actos, así como a sus familias y comunidades educativas afectadas. Reconocemos el impacto traumático que estas situaciones generan y reafirmamos nuestro compromiso de trabajar para garantizar entornos seguros.
Exhortamos a todos los actores de la sociedad, en especial a las familias, estudiantes, docentes y autoridades, a fomentar una cultura de paz, a privilegiar la palabra sobre la agresión y a denunciar cualquier hecho de violencia ante las autoridades competentes.
Ratificamos nuestro compromiso de impulsar políticas y programas educativos que fortalezcan la educación para la paz, los derechos humanos y la convivencia democrática, como herramientas esenciales para prevenir la violencia y construir una sociedad más justa y solidaria.
El Ministerio de Educación convoca a toda la comunidad a defender y cuidar la escuela como un espacio sagrado de protección, aprendizaje y encuentro, donde primen el respeto mutuo y la construcción colectiva de un futuro mejor.